Como ya sabéis algunos a través de la fanpage
de Any Other Business en Facebook, he tenido uno días de descanso en Portugal
para recargar pilas, comer pescado y disfrutar del sol, la playa y el vinho
verde: idílico. Hace 6 años, descubrí la Praia de Santa Cruz al norte de Lisboa y desde entonces intento
pasar todos los años unos días allí.
Cómo soy de Cáceres y siempre he tenido muy
cerca la raya portuguesa es un país que no me resultaba del todo desconocido.
Los típicos viajes familiares a Elvas a comprar toallas y comer marisco; los
viajes con el colegio a Nazaret, Fátima y Coímbra; el primer viaje al que
invité a mis hermanas y a mi tía con el dinero de mi primer trabajo a Aveiro y
Figueira da Foz; mis primeras ponencias y comunicaciones en congresos en Lisboa
y Oporto, y múltiples de diferentes excursiones a distintitas poblaciones que
jalonaban la frontera para visitar castillos: Marvao, Portalegre, Castelo de
Vide, Castelo Branco, Guarda... Se puede decir que como País lo tenía bastante
bien acotado.
Sin embargo, es curioso, pero cuando más me
sorprendió las diferencias existentes entre España y Portugal fue cuando empecé
a arraigarme en Santa Cruz, frecuentar un mismo sitio y a hacer amigos allí.
Diferencias culturales, diferencias gastronómicas,
diferencias en cuanto a horarios, en las bebidas, todo me parecía tremendamente
diferente a lo español. Me costaba entender la carta de un restaurante y cuando
pedía un plato de una determinada manera me traían otra cosa que yo no me
esperaba que tuviera ese aspecto o estuviera cocinado de esa forma. Intentaba
cumplir sus horarios, pero la hora española terminaba arrastrándome a comidas y
cenas tardías para ellos, imposibles de coordinar con los amigos de allí.
Pues bien, después de más de un año viviendo
en Reino Unido, este año al volver a Portugal, he sentido que ahora sí que
conectaba con el país. Entender una carta de un restaurante ha sido pan comido,
¡que me den cartas portuguesas! comparadas con las inglesas son la mar de
simples; los horarios los tengo ya interiorizados ya que son los mismos en toda
Europa (menos en nuestra querida España que vamos por libre), las bebidas en
miniatura que solían despistarme, ahora tampoco me extrañan ya que aquí en
Inglaterra también utilizan medidores para servir una minicopa, incluso al Arde
Bar ha llegado la moda de los gintonics en copa de balón, todo un lujazo!
Además de todo esto he tenido una sensación familiar como de estar en España, ¡eso sí! La España de hace algunos años, no exactamente la de ahora, ya que he tenido momentos de deja vu, por ejemplo cuando ves a la gente fumando en lugares públicos, o las estructuras familiares, las normas sociales y las costumbres que todavía son mucho más rígidas que las que tenemos ahora es España.
Además de todo esto he tenido una sensación familiar como de estar en España, ¡eso sí! La España de hace algunos años, no exactamente la de ahora, ya que he tenido momentos de deja vu, por ejemplo cuando ves a la gente fumando en lugares públicos, o las estructuras familiares, las normas sociales y las costumbres que todavía son mucho más rígidas que las que tenemos ahora es España.
A parte de todo ello, el disfrutar del
atlántico con ese mar y ese sol, comer
pescado y marisco bien cocinado, disfrutar del aceite de oliva y del pan, me
han hecho sentirme como si volviera a casa después de una larga ausencia y me ha
servido para cargar pilas en la recta final antes de las vacaciones.
Mi querida Portugal, mi querida España, mi
querida Península me esperan otra vez en apenas 9 días.
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